02 julio, 2013

El discurso de Obama sobre cambio climático

Al fin, la semana pasada Obama explicó sus planes en materia de cambio climático. Su propuesta central es que la EPA formule estándares de contaminación para las centrales de generación eléctrica. Claramente esta no es la mejor solución para reducir las emisiones de CO2 en Estados Unidos, por varias razones:
- Los estándares son más ineficientes que otros instrumentos de regulación ambiental, es decir, una cierta reducción de emisiones siempre será más costosa que con otro instrumento como un impuesto o un mercado de emisiones, por tres razones: no igualan necesariamente el coste marginal de reducción, no dan señales de eficiencia dinámica, y no trasladan la señal de precios al consumidor.
- En el caso del CO2, el estándar es difícil de fijar: la única manera de reducir significativamente el CO2 es no operar la central, al menos, mientras los sistemas de captura y secuestro de carbono no tengan un coste aceptable. De hecho, y como se menciona aquí, no está claro qué significa esto de un estándar, podría ser un estándar de emisiones o un estándar de tecnología (aún más restrictivo, y por tanto, menos eficiente)
- La imposición de estándares a centrales existentes puede hacer que sea necesario cerrarlas si no los cumplen (ya hemos visto antes que esto es difícil, si el estándar es suficientemente duro), con lo que las compensaciones/lucros cesantes podrían ser grandes. Con un impuesto, hay que pagar, pero no cerrar.
- Finalmente, y esto ya no es un inconveniente tan directo de los estándares como tales, sino de a quienes se aplican: la generación eléctrica es una de las principales responsables de las emisiones de CO2, pero no tanto. En EEUU, la generación eléctrica causa el 40% de las emisiones de CO2 del sector energético (a su vez el 87% de las emisiones totales). ¿Y el resto de las emisiones?
Es cierto que los estándares suelen ser atractivos para los políticos porque, a pesar de ser más costosos, una gran parte de este coste es oculto (por eso los precios no suben tanto). Y también que el sector eléctrico es más fácil de controlar. Pero creo que, en este caso, la elección del instrumento no se debe a esto.  El problema es que, en un claro ejemplo de second-best, o incluso third-best, Obama no tiene otra posibilidad. Cualquier otra medida más eficiente (un impuesto, un mercado de emisiones) tendría que pasar por Congreso y Senado, donde, incluso a pesar del aparente apoyo popular a este tipo de acciones, no tendría posibilidades de prosperar.
Sin embargo, el uso de estándares abre una curiosa puerta de atrás a una regulación más interesante. Si la EPA fija los estándares, y luego permite titulizarlos e intercambiarlos entre centrales (igual que hace la Clean Air Act para SO2), ya no tenemos un estándar con todos sus inconvenientes, sino un mercado de emisiones como el que se quiso pasar por el Congreso, pero sin tener que hacerlo. ¿Será eso el objetivo final de esta regulación? Desde luego, sería una forma inteligente de esquivar los problemas políticos.
Además de esto, el plan de Obama incluye otras medidas, quizá incluso más interesantes.

1 comentario:

  1. Pedro, estos días estamos hablando mucho de este tema en Addis, donde se está celebrando la reunión del grupo 3 del IPCC. Creo que la clave es que otras opciones anteriores no han funcionado. El problema de las órdenes ejecutivas, como la que parece querer introducir Obama, es que son tan fáciles de montar como de desmontar.

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