31 octubre, 2013

¿Qué hay detrás de los precios finales de la electricidad en Europa?

La respuesta a esta pregunta no es nada sencilla. Además, una crisis económica demasiado duradera ha puesto el foco de los objetivos y de las propuestas de política energética en la competitividad de los precios de la energía. 
Para no decepcionar, adelanto que el objetivo de este post no es ni mucho menos dar una respuesta totalmente certera, sino más bien empezar a adentrarme en el entramado de conceptos que están pagando los consumidores de electricidad en Europa. Una de las dificultades de este análisis proviene del hecho de que gran parte de los componentes de coste del precio final de la electricidad está condicionado por el marco regulatorio y/o político del Estado miembro que se analice. 
Una de las fuentes básicas para analizar los precios de la electricidad se encuentra en la estadística de Eurostat, que presenta el desglose de los precios finales de la electricidad en torno a tres grandes componentes:
  • Energía. Incluye el coste asociado exclusivamente a la energía adquirida en el mercado. 
  • Costes de acceso (redes y otros conceptos). Incluye todos los costes asociados a la conexión al sistema eléctrico en sentido amplio. Se incluyen los costes de redes (transporte y distribución), determinados servicios del sistema, e incluso, en algunos países, incorporan la partida de costes destinada a financiar los apoyos a las energías renovables. Por ejemplo, en España este concepto incluye los apoyos a las energías renovables.
  • Impuestos y tasas. Detrás de esta partida están tanto impuestos (como el impuesto de la electricidad o el IVA) o tasas establecidas por el gobierno con fines específicos (este es el caso de las tasas para financiar las energías renovables en Alemania). 

A continuación se presenta el ranking de precios finales de la electricidad para consumidores domésticos (con una franja de consumo anual situada entre los 1.000 y los 2.500 kWh). 
Precio final de la electricidad para consumidores domésticos (2S-2012). Fuente: Eurostat.
El gráfico pone de manifiesto las importantes diferencias tanto en el nivel de precios como en su composición. Así, Dinamarca, Alemania, Chipre, Irlanda, Noruega, y España se posicionan como los seis países con mayor precio final de la electricidad. Sin embargo, los componentes de coste que han llevado a cada uno de ellos a ocupar esa posición no tienen por qué coincidir. 
En el caso de Dinamarca y Alemania, el coste de la energía en sí se encuentra entre en la media de la UE o incluso por debajo, el concepto de costes de acceso tampoco es especialmente importante comparado con el resto de países. Es la parte de impuestos y tasas la que representa una mayor proporción del precio y la que lleva a estos países a liderar el ranking de precios. En el caso alemán, por ejemplo, la magnitud de esta partida viene condicionada por la decisión regulatoria de financiar las energías renovables a través de figuras fiscales o tasas, así como otro tipo de conceptos (ej. tasa para municipios). 
Chipre e Irlanda tienen un coste de la energía elevado pero la parte fiscal es de las más reducidas. En el caso de Chipre los costes de acceso también son reducidos, siendo la energía el concepto principalmente responsable de su posición en los primeros puestos del ranking. Sin embargo son los costes de acceso de Irlanda los que lo sitúan por encima de la media Europea. 
Noruega es un caso especialmente interesante porque muestra como a pesar de tener unos de los costes de la energía más reducidos de Europa, los costes de acceso incrementan considerablemente el precio final que asume el consumidor eléctrico doméstico.
España es otro caso en el que a pesar de contar con costes de la energía ligeramente por debajo de la media, los costes de acceso al sistema, elevan el precio final de la electricidad para los hogares hasta situarlo entre los más elevados de Europa. En el caso español, la partida de costes de acceso está constituida por multitud de partidas muy heterogéneas, con mayor o menor relación con el suministro energético. Algunos ejemplos son: apoyos a las energías renovables, subvenciones al suministro extrapeninsular, anualidades del déficit tarifario... 
Los seis países en los que los consumidores domésticos disfrutan de unos precios más reducidos son: Bulgaria, Rumanía, Estonia, Letonia, Grecia y Lituania. En éstos el componente fiscal es más reducido que en los países con los precios más elevados. Para Lituania, Letonia, y Rumanía el componente de acceso es el más importante; mientras que para el resto lo es el coste energético. 
Una conclusión general que me surge de este breve análisis es que las diferencias de precios finales entre países están muy condicionadas por decisiones de política energética, medioambiental, social, e incluso fiscal, así como por la decisión de incorporar a los precios de la electricidad conceptos de coste derivados de estas políticas. 
Bajo mi punto de vista, la importancia de esta conclusión no está en lo innovador del mensaje que intento transmitir, ya que es una idea muy extendida en el debate del sector energético. Lo realmente importante es reconocer que, en muchos casos, la mejora de la competitividad de los precios de la electricidad deberá venir de la adopción de políticas energéticas y medioambientales sostenibles económicamente, y de una adecuada asignación de sus costes entre la sociedad. 

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